miércoles, marzo 26, 2003


“Había una vez un muchacho, jóven y sin experiencia en el amor, el cual encontró una mujer que le robó el corazón casi inmediatamente. Aquella mujer era misteriosa, no hablaba mucho y además su mirada transmitía una extraña llamada de ayuda. El muchacho gustaba de los misterios y sintió curosidad por saber de aquella muchacha introvertida y callada, él quería saber por qué si era tan bonita mostraba tanta inseguridad cuando él le hablaba. No tardó en establecer una especie de amistad con ella que nunca llegaba a ser más que eso.
Después de algún tiempo el comenzó a sentir que ella jugaba con él pues no decía mucho cuando conversaban pero cuando se miraban desde lejos ella apartaba la mirada con una sonrisa coqueta de aquellas “me da un poco de vergûenza mirarte porque me gustái”
Era sólo cuando se escribían por e-mail que ella se explayaba un poco más, quizás por el hecho de que no era una conversación persona a persona, y la ilusión comenzó a crecer en su corazón pues ella, aunque nunca fue del todo directa, a veces parecía decirle “me gustas pero hay algo que me impide ir más alla” Él la esperó pero ella nunca cambió. Hasta que el destino le preparó una sorpresa que marcaría su vida para siempre.
Fue un Viernes por la tarde y el sintía una extraña sensación en el estómago, como presintiendo que algo pasaría, pero no se lo comentó a nadie. Alguien llegó con la noticia de que habría una tomatera en la Facultad y , aunque el no tomaba, de todas maneras fue a ver que pasaba junto con sus amigos. Al principio todo marchaba bien, todos sentados en el pasto bebiendo y contando chístes de los cuales todos reían, y ella estaba allí, sentada junto a sus amigas, y también bebía... Luego de un rato ella fue al baño con su “amiga” y antes que volviera él fue con su mejor amigo y al llegar a los baños ellas venían de vuelta y ella se le acercó diciendole a su amiga “a mi me gusta él porque es calladito” y le tomó por el cuello y comenzó a besarle en la boca y él no entedía que diablos pasaba pero en ese momento dió gracias al cielo por vivir aquel momento y ella se marchó riendo como una niña que ha hecho una travesura... Cuando volvió todos se dirigían a otro lugar, él tomó su mochila y fue hacia allá, ella se quedó atras con otras personas y cuando finalmente fue donde él estaba lo hizo besándose con otro, y su corazón se hizo trizas, incluso casi lloró por lo que veía. Y para sumarse a su desconcierto ella se le acercó, él la miró extrañado y ella dijo “no me dejes hacer otra tontera, por favor abrázame fuerte y no me sueltes” y él finalmente comprendió todo, ella estaba demasiado bebida como para saber lo que hacía.
Estuvieron de pie un largo rato y el le propuso sentarse un momento, y fueron a un lugar apartado, y conversaron largo y tendido. Ella apoyó su cabeza en su hombro y él la miró, ella acercó su boca y se besaron, al principio con temor y después con pasión. Él pensó que ella por fín mostraba lo que sentía y se dejó llevar, y él sintió por primera vez la dicha que sólo el cuerpo de una mujer puede entregar, y la tocó y ella a él y no les importó las personas al rededor ni lo que pudieran decir. Luego de un rato ella dijo algo que el no quizo entender en ese instante pero que después mostraría su terrible verdad: “tú me gustas, pero esto lo estoy haciendo sólo porque bebí, cuando me veas otra vez no seré la misma, quizás ni siquiera recuerde lo que hice esta noche, no te hagas ilusiones...” Él se fué con sus amigos y la dejó preocupado pues no confiaba en las amistades que ella tenía. Lo que sigue ustedes pueden adivinarlo, efectivamente ella cambió y volvió a ser la niña misteriosa de siempre que no hablaba mucho y que transmitia con su mirada un extraño llamado de ayuda...”
Todos los que me conocen saben quienes son los protagonistas de esta historia y espero les haya ayudado a entender un poco más por qué suelo decir que ella es como una espina en el costado que se niega a salir. Ahora sé que no estaba preparado para una relación con ella pero cada vez pienso más cuanto me ubiese gustado haber tenido algo con aquella niña, aunque sólo hubiese sido una pequeña aventura. Lamentablemente creo que ya es demasiado tarde para seguir haciendome ilusiones pues, aunque no lo crean, cuando me refiero a que es una espina en el costado me refiero a que la ilusión de tener algo con ella aún no se desvanece del todo y hay momentos en los que creo que nunca lo hará.

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