sábado, marzo 29, 2003

Fue el verano del 2001/2002 cuando la vi de nuevo. Hacia por lo menos cinco años que no veía esa linda cara y esos ojos verdes que literalmente me hacian temblar cuando me miraban directamente.
La primera vez que me fijé en ella fue hace casi 10 años, era casi un niño aún pero el recuerdo sigue vivo. Desafortunadamente no fui el único en fijarme en ella. Ese verano viajé con mi primo (mayor dos años que yo y por ende mas experimentado) y tambien como era de esperarse se fijó en ella. Recuerdo que pasé esas vacaciones tratando de impresionarla y compitiendo constantemente con mi primo. Cada día que pasaba era una agonía pues pensaba cada vez más que la balanza se inclinaba hacia el lado opuesto hasta que terminé por auto convencerme de que así era y finalmente acepté una derrota que nunca pude comprobar a ciencia cierta.
Los veranos se sucedieron, y no la veía pero su recuerdo quedaba, ahí como una más de mis tantas espinas en el costado. Ya contaban 20 veranos desde mi nacimiento y todavía no sabia lo que era un beso, una caricia de amor, nada y ya comenzaba a pensar que algo andaba mal conmigo, no podía explicarme cómo a esa edad nunca había pololeado o algo por el estilo. Pero ese verano volví a verla y la esquiva esperanza retornó para quedarse.
Ella se había casado, había tenido un hijo y hacía dos años que estaba separada pues el idiota del marido la había dejado por otra, pero para mí ella seguía igual, no había crecido, para ella el tiempo no existía o tal vez era sólo mi mente la que me lo decía.
Después de unos días comenzamos a conversar, y conversamos mucho, hasta que un día tomé fuerzas de no se donde y comenze a insinuarle que me gustaba, y ella por su parte daba muestras de sentir lo mismo aunque había ocasiones en las que me daba a entender todo lo contrario y me derrumbaba como una torre de naipes. Pero algo había cambiado dentro de mi pues al contrario de otras ocasiones no desistí y continué acercandome a ella. Hasta que una noche la encontré a solas y comenzamos a conversar del pasado, y entre las tantas cosas que conversamos me dijo que en realidad aquel verano con mi primo ella no se había decidido por ninguno de los dos. Una de las dudas que más me habían atormentado por años por fin se aclaraba y fue como sacarme un peso de encima. Eso me dió valor y le pedí un beso. Le costó decidirse, pues aún tenía miedo de establecer una relación con alguien (absolutamente comprensible después de lo que le pasó) pero después de un rato accedió con la condición de que sólo fuera eso, y me besó, mucho más tiempo del que yo había esperado y esa noche fuí feliz, sólo con eso, un simple beso, mi primer beso...
Pasó el tiempo y pasó el verano, antes de entrar a clases volví a verla un par de veces pero nunca se decidió a tener algo conmigo. Ese año conocí a mi primera polola (a la cual dedicaré otro post cuando las aguas de la picina se calmen) y cuando llevaba apróximadamente dos meses de pololeo supe que hacía algunos dias ella había ido a verme a mi casa por lo que la llamé y pregunté por qué había ido. Lo que me contestó nunca lo olvidaré. "Rodrigo, ese día fuí a tu casa porque había estado pensando... fuí a pedirte pololeo..." No lo podía creer, la mujer a la cual había esperado por tanto tiempo había ido a pedirme pololeo a mi propia casa y yo ya estaba en otra relación. Desde entonces creo firmemente en que el destino tiene sentido del humor, y es un humor negro, muy negro...


No hay comentarios.: