Los árboles secos y sin vida me indican que mi camino casi llega a su fin, la tierra yerma quema mis pies y las cadenas duelen más que nunca, y sin embargo sigo caminando, como llevado por una fuerza sin identidad. Miro los muros que comienzan a levantarse a mi alrededor y en sus miles de ventanas sólo veo rostros con lagrimas en los ojos implorando que detenga mi marcha pues saben en carne propia lo que me espera. En mi interior lloro junto a ellos...
La escalera que pone fin a este camino maldito está custiodada por guardianes de piedra cuyos rostros hieren mi cuerpo tan sólo al mirarlos. Ambos gritan en un idioma que nunca he escuchado pero que sin embargo logro entender perfectamente, me ordenan que siga, luego rien a carcajadas. A estas alturas cada escalón es un desafío impostergable, me parecen horas subiendo hasta que por fin veo el final...
La vista me aterra, al final del ultimo escalón sólo hay un pozo gigantesco y en su interior los muertos caminan con las manos tapandose los rostros deseando que su espera termine, pero saben que nunca lo hará. En el pozo no hay vida ni esperanza. A lo lejos escucho a los guardianes otra vez, sin embargo su grito es diferente, no me hablan a mí, les hablan a los muertos y ellos responden alzando las manos marchitas coreando mi nombre...
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